LAS “APARICIONES” DE FÁTIMA: ENTRE MANIPULACIONES Y EXTRATERRESTRES

LAS “APARICIONES” DE FÁTIMA: ENTRE MANIPULACIONES Y EXTRATERRESTRES

¿Puede uno autoinmolarse con un escrito?. Si ello es posible, en mi caso éste será recordado como, cuando menos, el primer paso en esa dirección.  Sólo cuando en algunos comentarios dispersos por ahí, sugiriendo alguna que otra idea que forma parte de este trabajo, bastó para que me putearan en arameo, se me hizo evidente que mi opinión repugnaría a muchos. Yo, un perverso iconoclasta según ellos, podría hacer ejercicio de lo “políticamente correcto” y cerrar la boca (o dejar de teclear) aunque más no fuera pensando en algún público potencialmente interesado en mis otras, numerosas actividades. Pero no me es posible. Sólo puedo ofrecer una certeza en mi vida: decir lo que se piensa, hacer lo que se dice.

En Fátima.

Los hechos acaecidos en Cova de Iría, Portugal, entre mayo y diciembre de 1917 han sido analizados en innúmeros libros, artículos, ensayos, tesinas, documentales televisivos, videos en Youtube, blogs, etc., y uno podría suponer que bastaría con reveer parte de ese ingente material para formarse una opinión propia –quizás más cercana a la creencia que a la evidencia- sobre las pretendidas “apariciones marianas” que transformaron el lugar en una meca de peregrinaje para el mundo católico y uno de los fenómenos psicosociales más espectaculares de los tiempos modernos. Y seguramente será así. Pero para este autor, en ocasiones no basta la lectura del trabajo de terceros (por muy respetables que resulten en todas sus aproximaciones) sino se impone la necesidad de la observación “in situ”. Muchas veces, también, se me ha señalado (cuando no, criticado) que para una “investigación de campo” de temas tan complejos no basta una visita fugaz, y quizás se esté en lo cierto; pero no es menor la “composición de

¿Puede uno autoinmolarse con un escrito?. Si ello es posible, en mi caso éste será recordado como, cuando menos, el primer paso en esa dirección.  Sólo cuando en algunos comentarios dispersos por ahí, sugiriendo alguna que otra idea que forma parte de este trabajo, bastó para que me putearan en arameo, se me hizo evidente que mi opinión repugnaría a muchos. Yo, un perverso iconoclasta según ellos, podría hacer ejercicio de lo “políticamente correcto” y cerrar la boca (o dejar de teclear) aunque más no fuera pensando en algún público potencialmente interesado en mis otras, numerosas actividades. Pero no me es posible. Sólo puedo ofrecer una certeza en mi vida: decir lo que se piensa, hacer lo que se dice.
En Fátima
Los hechos acaecidos en Cova de Iría, Portugal, entre mayo y diciembre de 1917 han sido analizados en innúmeros libros, artículos, ensayos, tesinas, documentales televisivos, videos en Youtube, blogs, etc., y uno podría suponer que bastaría con reveer parte de ese ingente material para formarse una opinión propia –quizás más cercana a la creencia que a la evidencia- sobre las pretendidas “apariciones marianas” que transformaron el lugar en una meca de peregrinaje para el mundo católico y uno de los fenómenos psicosociales más espectaculares de los tiempos modernos.  Y seguramente será así. Pero para este autor, en ocasiones no basta la lectura del trabajo de terceros (por muy respetables que resulten en todas sus aproximaciones) sino se impone la necesidad de la observación “in situ”. Muchas veces, también, se me ha señalado (cuando no, criticado) que para una “investigación de campo” de temas tan complejos no basta una visita fugaz, y quizás se esté en lo cierto; pero no es menor la “composición de
En la «basílica nueva» o Iglesia del Rosario
lugar” que me permite el estar en el terreno. Me ocurre en esos momentos algo que suelo definir como el “armado espontáneo de un rompecabezas mental”, donde las piezas del puzzle se desplazan por sí mismas hacia posiciones más articuladas, encontrándole sentidos subyacentes a instancias que en las leídas previas pasaban desapercibidas. Aún más: suelo decir que casi puedo visualizar como si esos “movimientos” ocurrieran en una pantalla frente a mis ojos. Por todo ello, mi visita al preciso centro de las “apariciones” de Fátima no resultó infructuosa.
Casi 10.000 plazas
Debo señalar aquí que recorrí el lugar –para encontrar una mirada objetiva, gusto de comenzar desde las “historias oficiales”- no con algún trabajo del impecable investigador lusitano Joaquim Fernandes (que no es pariente de un servidor) quien hace años llegó a la conclusión que la aparición de la Virgen de Fátima de virgen católica tuvo nada y sí mucho de “extraterrestre”. Ciertamente, quizás este artículo podría reducirse a citar a ese analista y dar por
Caminando bajo las «doscientas columnas»
cerrado el caso pero, como ya señalé, necesitaba una mirad personal, de manera que la referencia, aquí, al mismo tiene el valor de un tributo a su trabajo. Y a su valentía, en un país donde el peso de la iglesia es todavía considerable (más, unos treinta años atrás cuando lo dio a conocer) y mucho fue el descrédito y las agresiones que recibiera de sus connacionales por esa propuesta, si se quiere, casi subversiva para el pensamiento conservador. Pero no. Recorrí el lugar y me senté a leer, tanto en la histórica basílica como en la nueva y moderna iglesia, con el libro “Era una Señora más brillante que el sol”, del padre Giovanni de Marchi, italiano, editado por “Misiones Consolata”, en la misma Fátima. De manera que, siendo esa mi fuente histórica, uno puede suponer cualquier cosa menos que sea favorable a “lecturas alternativas” y sí, quizás, subjetivamente afín a la versión, “lavada” y pacata, de la mojigatería devocional. La sucesión de los acontecimientos es tan larga y compleja que debería dedicar varias páginas
Dentro de la Basílica
sólo a su descripción. Digamos, muy brevemente, que tres niños, Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto (de los cuales sólo sobrevivió hasta avanzada edad la primera, devenida monja de cierta transcendencia popular) quienes entre los meses ya citados tuvieron una serie de observaciones anómalas en el lugar, a once kilómetros de la ciudad de Ourém. Es necesario, primero, aclarar varias confusiones bastante instaladas:
  • Si bien se fija mayo a diciembre de 1917 como período de las apariciones, esto sólo aplica a las más relevantes, es decir, las dos primeras –que no fueron de la “virgen”, sino de un “globo de luz” y un “ángel”- hasta que cesan las de la propia “Señora”. Empero, observaciones extrañas y anómalas comenzaron en abril de 1916 y continuaron sucediéndose hasta junio de 1919. Y aquí tenemos una de las primeras manipulaciones a que hace referencia el título y que, indudablemente, fueron aprovechadas –si no,
    Jacinta, en brazos de un policía, 13 de octubre de 1917
    directamente propugnadas- por la propia jerarquía católica: la “profecía” del advenimiento del comunismo (como uno de los grandes “males mundiales” frente a los cuales la “virgen” advierte no es de mediados del año 1917 (anticipándose así por poco a la Revolución Bolchevique, con algún carácter profético) sino de algún momento no precisado entre fines de 1918 y principios de 1919, cuando esa Revolución ya estaba en marcha y conocida en todo el mundo. Y si alguien aduce que estos tres pastorcitos casi analfabetos no podían estar al tanto de esos episodios mundiales, es el texto de cabecera con que investigamos en el lugar el que nos señala que desde mediados de 1917 el doctor Manuel Nunes Formigao, también sacerdote, fue quien se tomó muy en serio y acompañó y aconsejó a los niños, brindándole asistencia. Con el seudónimo “Visconde de Montelo” escribe, de hecho, los dos primeros libros sobre el tema: “Os episodios maravilhosos de Fátima” (1921) y “As grandes maravillas de
    La gente llegando a Cova de Iría
    Fátima” (1927). Esto, también, desarticula un “meme” instalado: que los niños habían encontrado mucha oposición, descrédito y amenzadas por parte de las “fuerzas vivas”. En realidad, el escepticismo clerical duró muy poco y si en algún ámbito encontraron burla y desazón, fue el familiar.
  • Las observaciones no se produjeron todas en el mismo sitio, sino en –según la fuente- siete u ocho distintos, incluida la vivienda particular de Jacinta y Francisco. La Basílica, comenzada a construir en 1928 y consagrada en 1953, se levanta donde la primera aparición de la “Señora”, y la moderna Iglesia del Rosario donde el “ángel”, mientras que una lateral “capilla de las apariciones” señala el lugar de aparición de los “globos de luz” y una de la propia “virgen”. En cuanto a la famosa encina y la vivienda de los Marto, allì se apareciò una vez, también, la entidad y varias los “globos de luz”.También tuvieron “visiones” en los pueblos de Valinhos y Aljustrel.
  • Durante varios meses, los niños no reconocieron a la “virgen”. Cuando la entidad hace su primera aparición –en junio de 1917- la describen como “una bella joven de unos catorce años”, y cuando son interrogados respecto a porqué le calculan esa edad sólo señalan que la vieron “delgada, pequeña, delicada, con rostro casi de niña”. Aún más: acuden a confesión con el sacerdote local temerosos que la aparición sea “diabólica”. Es en la segunda –de la entidad, luego hablaremos de las otras- cuando se llama a sí misma “señora del cielo” y manifiesta fragancia a rosas, con lo que –de manera esperable- compra la credulidad de los niños, ingenuos y poco preparados, permeables a suponer que si decía lo que decía, es porque era la realidad. Sibilinamente, uno no puede dejar de pensar que es como si la entidad estuviera al tanto las angustias y temerosas consultas que los pastorcitos hicieron a sus mayores luego de la primera aparición y “prepara un discurso” más convincente para su siguiente encuentro. Más de veinte años después Lucía, al poner por escrito su biografía, da a esa segunda aparición un discurso más elaborado –que no manifiesta en sus primeros relatos- donde la “entidad” cita a Jesús y a Dios.
  • La descripción que hacen puntillosamente Lucía y Francisco del aspecto de la “aparición” es –además de ser una joven con las características ya señaladas- estar cubierta por un “manto” de “cuello elevado por detrás de la cabeza”, de color “blanco brillante con gris” y…”cuadriculado”. No puedo menos que pensar en un tipo de tela, común en edredones
    Un trozo de tela «matelassé»
    hace décadas, llamado “matelassé”. Concluir de ello que es una “virgen” –cuando, insisto, la propia “entidad” jamás se llama a sí misma ni de esa manera ni como “madre de Dios”. Sólo el 13 de diciembre de 1917 la “entidad” se llama a sí misma “Inmaculado Corazón” y demanda “rezar el rosario”. Pero, para ese entonces, ya había ocurrido la portentosa manifestación visual masiva del 13 de octubre, cuando más de treinta mil personas vieron al “sol danzar” en un cielo nublado y un “extraño sonido”, como “millones de moscardones y abejas” era audible en un radio de diez kilómetros. El que sí invita a “orar por María y Jesús” es el llamado “ángel de la paz” que aparece en junio. Y antes y después de él, los “globos de luz”.
  • Este tema de los “globos de luz” sería de apasionante y excluyente atención ufológica si el contexto de su manifestación hubiera sido otro. Para la misma iglesia es molesto, y su mención (por ejemplo, en el libro de marras que usé de guía bibliográfica trabajando en Fátima) es episódica y circunstancial, casi relegándoles a un fenómeno descartable del contexto. Pero en realidad, es seguramente a mi criterio uno de los más importantes, por ser los “primeros” –dos días distintos son observados por los niños- e introductorio, o precursor de la aparición de las “entidades”. En efecto, sea la interpretación ufológica o parapsicológica (no hay razón, en un campo especulativo como el que nos ocupa,
    prensa de la época
    suponer que las esferas eran realmente las “entidades”, o manifestaciones colaterales de la apertura de un “portal” a través del cual aparecen las “entidades”, o, por qué no, intentos precursores de “sintonización” de la/s inteligencia/s que verdaderamente están detrás del fenómeno. Sobre ellos, debemos señalar varias cosas.
  • Si bien Lucía es la más conocida de los tres, adquirió preeminencia por una concatenación de hechos: su fuerte personalidad, su mayor edad que los otros dos niños, el obvio y cruel que les haya sobrevivido, el haber sido la redactora de “los misterios” (también conocidos como “las profecías de Fátima”) y su vida ecleciástica. Pero los “mensajes” que ella sostiene haber “escuchado” (¿”canalizado”, sería más apropiado?) son simplones y esporádicos; es Jacinta quien los escucha casi a diario, especialmente durante los últimos tres años y medio de su corta vida en que, consumida por la tuberculosis, relegada al tratamiento meramente paliativo de una pobre aldeana en el Portugal de principios del siglo XX, incluso en el hospital al que es llevada en sus días finales. Esos “mensajes” se intensifican a medida que lo hacen en igual medida sus sufrimientos, y uno estaría tentado a ver en ellos apenas el recurso alucinatorio de una mente debilitada por el dolor buscando fantasías que la liberaran aunque sea momentáneamente del cruel sufrimiento, si no fuera que los mismos son avalados –en cuanto cuando menos a la realidad del momento en que según la pobre
    Momento de la «danza del sol»
    chica decía recibirlos- por toda una curia perversamente entusiasmada por esa inmoral ecuación que equipara “pureza” y “trascendencia” a sufrimiento y dolor en forma directamente proporcional. A propósito; ¿qué pensarse de una adolescente –tras la muerte de sus compañeros de experiencia- celebrada por la iglesia pues tiene permanentemente en los labios la frase : “¡qué hermoso es morirse!” ?
  • Es destacable que los “mensajes” de la “Señora” repiten insistentemente dos obsesiones: la erección de un santuario en el lugar de sus apariciones, y la reiteración que nada había más terrible, más horroroso a los ojos de esa familia celestial formada por ella, Jesús y el mismo Dios que “los pecados de la carne” (“los pecados que más almas llevan al infierno son los pecados de la carne”). Ante los horrores de la misma Gran Guerra que en ese entonces transcurría, ante el drama desgarrador de las inequidades sociales, el hambre y la violación de humanos derechos en todo el mundo hay algo escalofriantemente perverso, mezquino y maléfico que para esas “entidades” (y para la iglesia a la que resultan tan funcional) nada haya más diabólico que un tanto de sexo libertino de vez en cuando en la vida de uno. Tengo mi teoría sobre el porqué: la explicaré en unos párrafos.
  • Hay que considerar algunos matices “paganos” tanto en los testigos como en las apariciones mismas. Cuenta el padre De Marchi que ya antes de las manifestaciones, Jacinta se maravillaba con la Luna, a quien llamaba “la lámpara de nuestra Señora”, y cuando estaba llena corría a dar la noticia a su familia gritando: “¡Madre, ahí viene la madrina del cielo!”. Nadie medianamente informado puede dejar de advertir la presencia de la simbología lunar en la hagiografía mariana. Y luego, la encina famosa de las múltiples apariciones. Una encina, que debajo de una encina en el monte Olimpo meditaba Zeus y era tan preciada por los druidas, al punto que existe, de hecho, una Señora de la Encina. Y la primera aparición del “ángel de luz” aparece cuando, resguardándose del calor, los niños penetran en la llamada “gruta de Cabeço”: a ningún estudioso, tanto de religiones comparadas como de mitología o esoterismo se le escapará el valor iniciático, como lugar físico, de grutas y cuevas.
  • Una historia casi desconocida es que los niños gustaban de hacer rondas en el campo –esto, meses antes de los sucesos que nos ocupan- cantando una canción que decía: “¡Oh, ángeles, cantad conmigo/ cantad sin fin/ dar gracias yo no consigo/ oh, ángeles, dadlas por mí/ Oh, Jesús, qué amor tan tierno/ Oh, Jesús, que amor el tuyo/ dejas tu trono supremo/ y haces de la tierra al cielo!” y en ese momento se escuchaba una voz grave que parecía provenir del subsuelo haciendo coro: “de la tierra al cielo”.
  Es cierto que la combinación “globos de luz” + “entidades” da pábulo a la suposición de la aparición de “visitantes extraterrestres”. Pero el tema es que ante la hipótesis que se tratara de simples “cosmonautas intergalácticos” malinterpretados por los inocentes e iletrados niños se hace un tanto cuesta arriba ante la reiteración numérica de avistamientos, los “mensajes” supuestamente telepáticos (porque eran oídos sólo por Lucía y Jacinta; nadie más los escuchó y por cierto Francisco tampoco, que fuera testigo visual pero nunca auditivo). Es indiscutible no solamente que tales entidades tienen un específico e insistente interés en esos niños sino, muy especialmente, en la naturaleza de sus peticiones (que ya hemos señalado). De todo ello deviene nuestra suposición que, más probable que visitas extraterrestres, estemos en presencia de “visitas interdimensionales”. Lo que, después de todo, no estaría tan alejado de ser una definición alternativa de una “entidad espiritual” en tanto no física o, con más precisión, sin entidad física en el marco dimensional de “nuestro” universo. Pero el punto inquietante es que estas entidades, “interdimensionales” o ”espirituales” parecen tener una pasión desenfrenada por el dolor humano. En provocarlo, en postularlo como un “camino” con valor en sí mismo (a lo que la propia historia de martirio y autoflagelación de la iglesia no es ajena). Y esa compulsión fanática en prohibir, sepultar, castrar lo sexual… Mi convicción es que estas entidades –y la iglesia, es decir, la “ekklesía”, palabra griega que significa “reunión de hombres”- saben que la libido (en términos psicológicos), la Kundalini (en términos metafísicos) es aquello que se manifiesta fisiológicamente como “energía sexual”, o más puntillosamente, “energía genital”, ya que la Sexualidad es una interacción de lo físico, lo mental y lo emocional. Pero, como bien enseñan las arcanas filosofías de transmutación de esas energías (“transmutación” en sentido alquímico, es decir, de transformación de algo “inferior” en algo “superior”), la liberación de la libido por el mero placer estanca al ser humano, en tanto desaprovecha y disipa una carga energía funcional a fines superiores. Pero su manejo, su manipulación, su aprovechamiento, sin cargas culpógenas hace psicológicamente libre al ser humano. Libre, en el sentido de una consciencia expandida, de una mentalidad abierta, librepensadora, inclusiva, compasiva y tolerante, objetiva observadora de sí misma y su entorno. En síntesis: no manipulable. Entonces, pensemos en este escenario: entidades no físicas, jerarquías de otras dimensiones que se arrogan la “representatividad” de otra Entidad Superior, pretendida divinidad (de la que, claro, no tendremos ninguna “evidencia” no solamente de su existencia sino más aún de su verdadera naturaleza, porque es una “creencia” y, como sabemos, una creencia no necesita evidencias) pero que tal vez, sólo tal vez, no es tal, sino una entidad aún subordinada, o inferior, o sujeta a otra Verdadera Divinidad. Pero ese “dios” –llamémosle “Arconte” o “Demiurgo” si ustedes prefieren- escribe su versión de la “historia” porque supongo que tanto en éste mundo como en otros, la historia la escriben lo vencedores. Y si no, pregúntenle al Lucifer original, ése del que hablé en mi artículo sobre “el eterno Prometeo”.  http://alfilodelarealidad.com.ar/2015/03/04/lucifer-el-eterno-prometeo/ Y esas entidades tienen sus CEOs en este mundo. Una institución. Una institución que –de esto escribiré más, muy pronto- se disfraza de organización caritativa y voluntariosa pero es la mutación y evolución eficiente del Imperio Romano en su decadencia: ese Vaticano y ese Emperador, Constantino, devenido en máximo jerarca de esa institución. Un Imperio material, geográfico, militar “desaparece” en las misma franja temporal en que otro Imperio, económico y de almas, surge con fuerza. ¿Justicia divina u oportuna transformación?. El ganadero necesita reunir al ganado en corrales, concentrarlos allí para su mejor conteo, manipulación, faenamiento o venta. En eso pienso cuando veo esos “santuarios”, esos rediles de buena gente rehenes de su “fe”.  Fuera del hecho comprobado en todos los horizontes culturales y geográficos a través de todas las épocas que ciertos puntos, sea en razón de la “energía telúrica” imperante y dominante en el lugar, la manipulación de la misma o la propia arquitectura del lugar en el caso de construcciones artificiales (algunas pistas pueden encontrarlas siguiendo estos enlaces: http://alfilodelarealidad.com.ar/2015/04/12/estancia-la-aurora-25-anos-despues-ovnis-y-el-milagro-del-padre-pio/ http://alfilodelarealidad.com.ar/2010/05/09/en-busca-de-otras-dimensiones-explorando-las-grietas-de-la-geometria-sagrada/ http://alfilodelarealidad.com.ar/2016/06/09/en-conexion-con-energias-teluricas/ http://alfilodelarealidad.com.ar/2016/06/02/como-identificar-portales-dimensionales/   Los otros posibles escenarios  En respeto a la diversidad de pensamiento podemos permitirnos también otras dos lecturas:
  1. Los niños alucinaron, fantasearon y la iglesia se aprovecha de ello para cooptarla atención y devoción de los fieles. A nadie extrañaría que una inmstitución cualquiera, como ésta, no hesitara en valerse del sufrimiento de unos pequeños por un resultado que les fuera conveniente; no sería el único ejemplo. El punto, sin embargo, es la persistencia de las manifestaciones aún habida cuenta que muchos espíritus racionales trataron de interceder, que los había en aquella época. El mismo padre De Marchi en su libro acusa abiertamente a “los masones” como confabuladores que a través de artículos publicados en diversos periódicos ridiculizaban o denostaban esos fenómenos (lo que brinda un saludable aire fresco a la mirada habitualmente represora que se supone en el Portugal de cien años atrás). Si a ello le sumamos la “danza del sol” necesitamos acudir a complejas explicaciones “psicologistas” que no porque puedan construir un discurso aparentemente racional para explicar los hechos son de por sí una “demostración científica”. Se nos exigirá “pruebas” (en el sentido de “materiales”) y claro que no las hay pero; ¿no es acaso la sumatoria de conductas colectivas una prueba en sí misma para el campo de las ciencias sociales?.
  2. La otra potencial explicación es, obviamente, la ecleciástica: apareció realmente la Virgen. Lo que implica que, entonces, existe la Virgen, Dios y etcétera. Ya se trata entonces de una “creencia” y una creencia no necesita pruebas, pero tampoco entonces la necesita el no creer en esa creencia. Esta perogrullada tan obvia parece dejar escapar una premisa fundamental: toda creencia es, entonces, una mera especulación. Y si es lícita una, lo es también cualquier otra. Que la especulación devocional parezca más “lógica” (en el sentido de más “creíble”) que la extraterrestre o extradimensional sólo demuestra hasta qué punto el “meme” de la mirada católica está tan enquistada no solamente en la constructio social que la “probabilidad estadística” que algo exista u ocurra es una función emocional. Recuerden la Primera Ley de Fernández: “Toda institución religiosa necesitada de recursos humanos o financieros crece de manera inversamente proporcional al buen uso que del raciocinio hagan sus feligreses”. Discernir aquí la “verdad” de los hechos no es ajeno a un contexto más amplio: el de la naturaleza misma de las manifestaciones de ésta religiosidad. Y cuando una religiosidad presenta un vector definido, a través de los siglos, que hace uso y abuso del sufrimiento, del dolor, de la censura, la represión, el castigo y de la aceptación resignada de los mismos como vía de “crecimiento” es inevitable preguntarse si ésta es una verdadera espiritualidad. Porque si la “verdad” es el grado de identidad entre una idea y los hechos, y los hechos expresan la “realidad”, siendo lo “real” la correspondencia entre la dimensión de la experiencia externa al ser y el ser mismo, entonces esta espiritualidad es “de facto” aquello que proyecta en quienes son “distintos”, construyendo para distracción de las masas (o mejor dicho, para redirigir la energía psíquica de las masas) “enemigos” que son el mero espejo de tales supuestos “espirituales”.
Los negocios  
El área comercial
Debo admitir que fue una experiencia aleccionadora caminar por Fátima, detenerme a observar con atención a devotos y viandantes, entrar en sus numerosísimos comercios. Quienes conocen el lugar no me dejarán mentir: dentro del santuario mismo, a unas decenas de metros de las basílicas, capillas y lugares de recogimiento se levantan varios fabulosos hoteles de “cinco estrellas”, con bares, cafeterías y restaurantes. Entre uno y otro, galerías comerciales, verdaderos centros comerciales sólo que de contenido exclusivamente religioso. Se me dirá que hay que aprovechar de manera capitalista la ocasión porque toda institución necesita recursos. De acuerdo. Y que una buena hotelería es necesaria, también, habida cuenta de la cantidad enorme de peregrinos, muchos de ellos de avanzada edad o estado deteriorado de salud, aunque en este caso pensaría en esos cómodos hoteles, digamos a unos cinco kilómetros y cómodas camionetas con aire acondicionado llevando y trayendo a los viandantes. Hoteles de doscientos cincuenta euros la noche para una habitación single.. Se me dirá que hay
Uno de los suntuosos hoteles
alojamientos más económicos, mucho más económicos, y los hay. A quince kilómetros, mínimo, de distancia. Porque también en el “santuario” pertenecer a las clases pudientes tiene sus privilegios… Pronto escribiré sobre la “energía” que sentí en este lugar, tan afín a la que percibiría en el Vaticano. O podría extenderme en ese supermercado de la fe, tan similar a aquél que me asqueara en la Basílica de Guadalupe, en México. En ambos, por ejemplo, no sólo se venden imágenes, cuadros, estatuillas de todo tamaño, medallas, libros, esculapios y un sinfín de “souvenires”. Se toman misas “a pedido”, con tarifa diferencial si es individual, grupal, en día de semana o en domingo, con un call center  donde recibir pedidos 24 x 7, pagaderas con todas las tarjetas de crédito…   Manipulaciones del Poder en las Sombras Días de descanso nunca exentos de investigaciones y reflexiones en Capilla del Monte. En la habitación de uno de los hoteles que frecuento, me llama la atención una estampita, aparentemente religiosa, bajo el vidrio de las mesas de luz. A golpe de vista, como las que encontramos a las puertas de cualquier templo católico, como las de las distintas advocaciones de la Virgen María: Luján, Lourdes, Fátima, Rosa Mística…. Pero esta era -es- distinta en algo. La observo con más atención y sí, allí está: una -hasta entonces y para mí- ignota Virgen María
Virgen Reina de las Flores
Reina de Las Flores desprovista del barroco -y para mi gusto estético un tanto “kitsch”- vestuario de tanta virgen católica. Esta, en cambio, con túnica, diadema, más parecida a la musa inspiradora de Billy Meier, Semjase, o algunas de las venusinas que en los años 50 supieron confraternizar con el contactado yankee George Adamski. Ni flores, ni serpientes bajo sus pies, ni estrellas ni media luna. De fondo, casi, casi, un huevo áurico o ¿el pórtico de una nave espacial?. En el reverso, una plegaria parecida a tantas. Pero ese “Movimiento Espiritual para la Salvación del Mundo”, ese “Monasterio de las Flores” en un lugar paradigmático del un tanto vetusto movimiento hippie en Argentina, la paradisíaca localidad de El Bolsón, en la provincia de Río Negro. No pude evitar preguntarme y preguntarles: ¿estamos contemplando la transición de un modelo de personaje que alimentado en un ícono presuntamente extraterrestre comienza a mimetizarse, a asimilarse, a la hagiografía, a los recursos devocionales y por qué no publicitarios, de la Iglesia Católica? No escribo ninguna novedad al decir que es evidente, a través de los años, la estrategia del Vaticano de ordenar “ocupar” con iconografía de su culto lugares de cultos ancestrales, a veces
Virgen Reina de las Flores (reverso)
indígenas, ora alternativos, puede interpretarse como una forma de absorber la energía espiritual y la dinámica psíquica de las masas que asistiendo generacionalmente a esos puntos, devocionando esos lugares y personajes, son así asimilados -y pasan a integrar las filas- de la masa controlada por la iglesia de Roma. Cito, por caso, los numerosos ejemplos que he visto en distintos países de Latinoamérica donde el punto geográfico preexistente a la llegada del catolicismo, los cultos ancestrales -como el de Coatlicue en México, metamorfoseado para la masa popular en la Virgen de Guadalupe- o en la ya citada Capilla del Monte donde el camino a Ongamira (lugar de importancia espiritual antiquísimo de la antigua etnia comechingona que habitara la zona) es jalonado por ermitas, grutas y espacios de peregrinación de cuanta virgen oocidental y cristiana se pueda hacer memoria. En síntesis, absorber en provecho propio la energía del Arquetipo de la Diosa, como he explicado, por ejemplo, en mi ensayo “¡Liberen a la Diosa!” (http://alfilodelarealidad.com.ar/2010/03/29/%c2%a1liberen-a-la-diosa/ ) . Que cada uno opte por su creencia está pero que muy bien. Pero que nos reemplacen gato por liebre… Uno (yo, por ejemplo) podría tener la infusa sensación que tanto delirio místico asociado a los OVNIs es consecuencia de conductas rayanas en lo patológico o, cuando menos, en una creencia (si no “fe”) desbocada y sin asidero que se nutre de cualquier fantasía para compensar vaya a saberse que carencias internas, si no fuera que las patologías y las carencias afectivas no se imbrican a través de los años y se desarrollan metódicamente sobre la faz del planeta en forma coherente y organizada. Estas dos últimas palabras no son gratuitas: para mí no es un hecho menor que lo que me permite sospechar que el crecimiento de una “ovnilogía mística” no es la sumatoria de un batiburrillo de psicopatologías individuales es que, por definición, éstas no proceden (ni se articulan) de estructuras de pensamiento coherentes y organizados. Por supuesto, algunos de los lectores podría argumentar que entonces esa coherencia y organización intrínseca es la prueba que detrás de todo ello anida una inteligencia rectora. Y estaríamos de acuerdo. La pregunta, empero, sería: ¿de qué “inteligencia” estamos hablando?. ¿Cabe acaso la posibilidad que tanta canalización, tanto contacto telepático, tanto vislumbre profético ultramontano responda, después de todo, a una Realidad objetiva, y nuestros visitantes cósmicos sean, precisamente, intermediarios entre los hombres y los ángeles como éstos lo son entre Dios y los que estamos en la base de la pirámide?. Cada uno puede creer lo que desee, pero la naturaleza humana nos ha enseñado que ha sido la apreciación más o menos correcta de los hechos, y no las creencias, lo que nos ha permitido sobrevivir como especie a través de las eras. Si por algunas creencias fuera, hace rato que nos hubiéramos autoextinguido. Así que si debemos enmarcarnos en los hechos, a gatas la casuística OVNI fundamenta su origen no terrestre; mucho menos, alimenta alguna presunción de sus motivaciones, sean éstas angelicales o las que fueren. Entonces, ¿qué hay detrás?.   El negocio de la religión OVNI Si hemos de adentrarnos en la especulación que el “misticismo ovnilógico” está digitado, debemos preguntarnos quiénes, y porqué, se beneficiarían con ello. Y las respuestas son sencillas. Transformar la investigación OVNI en una seudo religión significa:
  1. que se convierten personas intelectualmente entusiasmadas en fervorosos creyentes, verdaderos “quintacolumnistas” fácilmente manipulables. Recuerden la Primera Ley de Fernández.
  2. El subsecuente desprestigio que en cenáculos científicos o de cara a la opinión pública esto acarrearía, enlentecería, si no detendría circunstancialmente, todo progreso independiente en pos de conocer la verdadera nturaleza de los OVNIs. Remarco lo de independiente porque, por supuesto, cualquier grupo con raíces en el poder (político o militar) que desee hacerlo no necesita para nada el crédito de tales estamentos.
  3. Finalmente, last but not least, como gustaba escribir el ínclito Antonio Ribera, romperé aquí una lanza: con esa estrategia se desvía la atención de la masa de lo que posiblemente es la verdadera naturaleza y origen, sino del fenómeno OVNI todo, de una parte mayoritaria y omnipresente en su esencia: el origen extradimensional, su verdadera y sinuosa naturaleza “espiritual” (no necesariamente angelical y dadivosa de bienes preternaturales) y su -para mí- cada vez más evidente conexión desde ese plano con los que llamo genéricamente “Illuminati” (si bien hace rato que dejaron de llamarse así), el Poder en las Sombras que manipula y gobierna los destinos tortuosos de esta humanidad con fines en un plano materiales, en otro, espirituales, sobre lo que he abundado en mi trabajo “Guardianes de la Luz, Barones de las Tinieblas”, que seguramente en algún momento reeditaremos .
Sugerencia de lectura:  “OVNIs e Iglesia Católica”, en http://alfilodelarealidad.com.ar/2009/08/02/ovnis-%c2%bfque-oculta-la-iglesia-catolica/ Y también “La doble moral de las iglesias: redescubriendo la Diosa Primordial” http://alfilodelarealidad.com.ar/2016/06/05/la-doble-moral-de-las-iglesias-redescubriendo-la-diosa-primordial/   El “secreto” de Fátima  En 1944, ya retirada a la vida monacal, Lucía pone por escrito el pretendido “tercer secreto” de Fátima. Que no “mensajes”, porque de ellos estuvo pletórico el vínculo entre la entidad y los
Facsímil del «tercer secreto»
niños desde el comienzo. Quizás, con propiedad, podríamos referirnos a las tres “profecías”, la primera en 1925 y la segunda en 1929. Ésta –la segunda- es tal vez la más famosa: es la que reclama la “consagración de Rusia” a su “inmaculado corazón” y se la interpreta como un presagio a la caída del comunismo. Juan Pablo II, devoto mariano, precisamente tras la caída del muro de Berlín le consagra a la entidad esa geografía. Pero permítaseme dirigir mi interés y atención a la primer profecía. Simplemente, porque encierra la enseñanza de estrategias de control. Dice así: “… Se le apareciò la Santísima Virgen, y a su lado, suspendido en una nube luminosa, un niño. La virgen apoyaba una de sus manos en un hombro de él al mismo tiempo que mostraba un Corazón cercado de espinas, que tenía en la otra mano”. “Al mismo tiempo dijo el niño: ten compasión del Corazón de tu Madre Santísima, que está cubierto de espinas que continuamente le clavan los hombres ingratos; sin tener quien haga un acto de reparación por arrancárselas”. “Inmediatamente dijo la Virgen Santísima: Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que continuamente le clavan los hombres ingratos, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme. Y di que todos aquellos que, durante cinco meses, en el primer sábado de cada mes, se confesaren, recibieren la comunión, rezaren el rosario y me hicieren quince minutos de compañía, meditando en los quince minutos del rosario, con la intención de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.  Es éste un texto sumamente interesante, pues define varios parámetros:
  • la gestación de un símbolo (estoy tentado a escribir un “mandala” pero lo veo más asociado a lo simbólico con fines de condicionamiento; sólo así adquiere sentido la obsesión en fijar la atención del devoto en él): ese “inmaculado corazón” de la “virgen”, envuelto en espinas –en parangón con otro corazón, este “sagrado”; el de Jesús.
  • La fijación de días y horarios para compartir una misma meditación, una misma oración en un mismo objeto.
  • La estimulación de la práctica proponiendo como devolución el miedo más básico de la naturaleza humana: el miedo a la muerte.
¿Puede alguien no darse cuenta que aquí se propende a la creación de un egrégoro?  De la “tercer profecía”, cuyo texto de Lucía copiamos completo, tengo mis personales serias dudas de haber sido manipulado (cuando menos) por la Curia. Nada de su contenido justifica el temor reverencial a difundirlo antes del año 1982: “Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.” “Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. Tuy-3-1-1944 ».  Excede el marco de esta investigación (pero no le es ajena) señalar un hecho muy importante, formado por varios subsecuentes, que nuevamente enlistaremos para una mejor comprensión: a) en el libro tan consultado por nosotros del padre De Marchi se insiste repetidamente que fueron “los masones” (como ya se dijo) quienes de manera tan activa se opusieron a las congregaciones religiosas, e incluso se les acusa –sin dar pruebas- de haber colocado la carga de dinamita que hizo volar por los aires a la primitiva capilla en 1922. b) Y repitiendo manifestaciones de esos “masones”, De Marchi acepta indirectamente (porque no lo niega en ningún momento) que ellos actuaban para oponerse a la “conspiración jesuítica” que –al decir los mismos- estarían detrás del “embuste de Fátima”. c) Los jesuitas –independientemente de su formidable preparación intelectual, o precisamente por ello– han manifestado un acendrado interés en inculcar a las masas la “realidad” objetiva de las entidades espirituales. d) El anterior Papa, Ratzinger, pero muy especialmente el actual, Francisco, tienen una obsesión personal con convencer al mundo de la existencia real del Diablo, al extremo –este último- de hacerle responsable hasta de los terremotos y el matrimonio gay. Caeríamos en un simplismo peligroso que consideráramos que esto se debe sólo a un pensamiento retrógrado y oscurantista y no que no responde a intereses manipulatorios más complejos, intereses que no son ajenos a entronizar, en concurso, con la misma “realidad” a otras entidades. Pero esta línea de indagación será tema de otra historia.            

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