Es el episodio típico de la literatura ufológica. Un automovilista avanza por una carretera, solo, muy entrada la noche, quizás de madrugada. De pronto, al pasar junto a un bosquecillo a un lado de la autopista, comienza a fallar el motor, o su radio hace interferencias. Y una luz poderosa se enciende en ese bosquecillo y ante su asombro y pavor, un objeto centelleante levanta vuelo, primero lentamente, luego toma velocidad y se pierde en el horizonte. Este tipo de situaciones –insisto, tan común- brinda la primera pista sobre la posibilidad de un Contacto Masivo.
Episodio típico, escribí. ¿Y qué tiene de particular, dirán ustedes?. El automovilista fue, casualmente, testigo del despegue de una nave alienígena, que estaba hasta ese momento realizando vaya a saberse qué actividades en nuestro entorno y fue “descubierta” así por el involuntario testigo. Pero lo cierto es que si la inteligencia detrás del fenómeno hubiera tenido interés en permanecer anónima (como presupone la habitual afirmación que “”ellos” no desean interferir en nuestro mundo”) sólo le hubiera bastado esperar un par de minutos que el automovilista se alejara, o partir un par de minutos pero con anterioridad a que el vehículo pasara por allí, y nadie se habría enterado. Pero no. Espera, en la soledad de la noche, que el testigo, ese único testigo, llegue al lugar y entonces, con un espectacular escenario de luces, se pone en evidencia. La simple lógica señala que eso era, precisamente, lo que buscaba el fenómeno o, mejor aún, la inteligencia detrás del fenómeno. Hay una intencionalidad. ¿Y cuál es la misma?. Mi conclusión: esa/s inteligencia/s está/n condicionándonos, acostumbrándonos, en tanto ente social, paulatinamente en dirección a un Contacto Masivo.
Lo que ahora debemos preguntarnos es si, paralelamente, las Fuerzas Vivas de nuestra sociedad (hablo aquí de gobernantes, militares, políticos, religiosos, aunque el término es engañoso. ¿Qué seríamos los demás?. ¿Fuerzas Muertas?. Pero en aras de los convencionalismos, sigamos aquí empleando esa expresión aunque no estemos de acuerdo) son también observadores pasivos de ese proceso o también y a su manera, interactúan con el mismo. Hay dos posibilidades (admitiendo, como petición de principio, que traten de actuar también): (a) que su accionar vaya en la dirección de facilitar ese Contacto Masivo; (b) que vaya en dirección de obstaculizarlo.
Aquí, a su vez, podemos hacer dos inferencias:
- aa) si tratan de facilitarlo, es porque existe una correspondencia, si no una identidad, de intenciones entre esa Inteligencia Exterior y nuestras, así llamadas, Fuerzas Vivas. De haberla (esa correspondencia) implica un común denominador. Y, por consiguiente, habrá complementación (pues de no haberla, sería un obstáculo). Toda complementación exige coordinación. Y aquí coordinación exige Contacto, Acuerdo o Alianza.
- bb) Por el contrario, si se trata de entorpecer u obstaculizar dicho Contacto propuesto por la Inteligencia Exterior (porque las reglas siempre las pone la especie dominante), ello implica que: (1) hubo un contacto selectivo que ha permitido a los responsables de las Fuerzas Vivas saber que el resultado de ese Contacto no mes conforme a sus propios intereses; y (2) se elaborado un plan, una Estrategia destinada a sembrar confusión y mensajes contradictorios en el tejido social de forma que tenga algún efecto en retardar –o imposibilitar- dicho Contacto.
Llegados aquí, algún lector de los viejos, de aquellos que vienen leyéndome hace años (sí, hay algunos) puede objetarme: “Pero, Gustavo, entonces, ¿opinas que pronto habrá un Contacto Masivo?. Yo te he leído cuando sostenías lo contrario; que no lo habría y que tal vez pasaran los siglos en este mismo status quo”. En mi defensa: “La postura de un verdadero científico debe ser poner en duda en el desayuno aquello que creía firmemente durante la cena de la noche anterior” (Alberto Einstein; sí, sé que demoré más de la noche que media entre cena y desayuno pero, bien, tampoco soy científico).
Y respondo: no sé si “pronto”. No sé si con todas las Inteligencias que vemos manifestarse detrás de estos eventos. Pero sí habrá contacto con “algo” o “alguien” más tarde o más temprano. Porque esa “movilización”, esa mutación del Fenómeno, digamos, de “afuera” hacia “adentro” es la evidencia más clara que ha de ocurrir. La Inteligencia tiene control sobre el Fenómeno y nos elige. O, como suelo decir, “creemos que vemos OVNIs, pero en realidad los OVNIs nos miran a nosotros”.
Si no hubiera habido cambios, mutaciones, entonces sería esperable que el “status quo” continuara, impertérrito. Pero esa movilidad expresada sólo puede tener como destino final y necesario un Contacto Masivo. De qué naturaleza y en qué términos, lo ignoro completamente. Aunque creo que tiene mucho que ver con la resolución de la antinomia de los puntos (aa) y (bb). Y, para complicarles este final: es posible que si se trata de uno o de otro, esa resolución tenga que ver, primero, en cómo finalicen las confrontaciones, bien terrestres y temporales, de las Fuerzas de aquí mismo, esas que desde las sombras, están operando. Las que conocemos como “Hermandad de la Serpiente” y “Hermandad de la Estrella”. En pleno desarrollo de tales confrontaciones (que ahondaremos próximamente) es prematuro aún saber cuál de las dos estrategias se impondrá definitivamente.
Esas cofradías mencionadas, a las que intuyo, más que centenarias, milenarias, son agrupaciones de poder en íntima comunión con entidades “no humanas”. Si espirituales o extraterrestres, es materia de opinión.