El mero título convoca a la imaginación y puede desatar las fantasías más exóticas. Cuatro letras inextricablemente ligadas por siempre a la leyenda de una “ciudad subterránea” bajo el no menos mítico (pero muy tangible) cerro Uritorco.
La postura frente a Erks, tanto del investigador como del simple curioso o interesado, cubre el más amplio espectro de las expectativas humanas. Negación absoluta, creencia absoluta y desmedida de las afirmaciones más absurdas, lecturas más metafísicas aún de lo que ya por definición está más allá de lo físico, interpretaciones simbólicas. Todo es posible, partiendo del paradigma de realidad que se acepte.
No es objeto de este breve artículo regresar sobre nuestra propia opinión. De hecho, sólo recordar lo expresado en estos trabajos, “Una sombra Illuminati sobre Erks”, “Erks, el Infierno y el Mundo Subterráneo” y tantos otros con los que no aburriremos aquí (pero que los interesados pueden buscar en nuestro blog, simplemente ingresando en el Buscador la palabra “Erks”) así como de los numerosos fraudes creados alrededor del mito (como, por ejemplo, éste).
Pero ha comenzado la primavera en el hemisferio austral y nuevas oleadas de entusiastas se preparan para atisbar, cuando menos, la espiritual e intraterrena -si no interdimensional- ciudad. Bien por ellos. Pero cuidado.
Porque a las precauciones habituales que la montaña exige, sea éste un recordatorio de prevenirse de los oportunistas de siempre. Porque cuando llegados a Capilla del Monte se dirigen al recepcionista del hotel, el chofer de remisse, el empleado de la agencia de turismo preguntándole sobre como “ver las luces de Erks”, se le lleva -pago arancelado mediante- a “Puertas del Cielo”, una pequeña loma más allá de las grutas de Ongamira. Allí, ya saben, el guía de turno organizará una meditación grupal, entonará algunos mantras en “Irdin”, inefable lengua cósmica y tal vez acompañará con algunos instrumentos musicales. Sólo que se les habrá “escapado” (por oportunismo) un pequeño detalle: ese paraje nada tiene que ver con Erks.
Efectivamente, reunir un poco de información señala dos cosas: el lugar donde Ángel Cristo Acoglanis, el “portero de Erks” reunía a sus grupos nunca fue ése: fue en la explanada de acceso a Los Terrones. Más aún -para quienes hayan recorrido este bello lugar- no desde la cima del mismo sino al final del llamado “recorrido corto” que tantos turistas conocen. Esto queda testimoniado (a) por los testigos que acompañaron en esas excursiones nocturnas a Acoglanis, (b) porque llegar a la cima -y descender- de noche hubiera sido imposible ya que muchos de los habituales acompañantes del “portero” carecían de práctica senderista -de hecho, en sus relatos comentan como luego de dejar los vehículos “caminaban unos pocos metros hasta el lugar donde “Saruma” se manifestaba”, lo que realmente coincide con el llamado “recorrido corto” y (c) porque las ilustraciones del mismo Acoglasnis para “Los diarios de Erks” (base material de los libros de Triguerinho) muestran ese pórtico que luego él mismo sugiere representar en las columnas con el cuarzo donde hoy tantos se toman la inevitable foto.
Ahora bien, si ésa es la localización de Erks, ¿porqué llevar, hoy, a la gente a “Puertas del Cielo”?. Acoglanis era amigo personal de Ramón Verón, propietario original -hoy, a cargo de sus hijos- de “Los Terrones” (pues se trata de un predio privado). Aún más, de su bolsillo Acoglanis hizo llevar el primer tendido eléctrico a la explanada y abrir el camino para automóviles que hoy permite llegar al lugar. Hacia el final de su vida había comprado 150 hectáreas a la entrada misma del predio, donde pensaba levantar un centro holístico de sanación que así estaría “complementado” con la proximidad de Erks, proyecto que colapsa con el asesinato, el 19 de abril de 1989, de Acoglanis – Saruma.
Cuando esto ocurrió, los Verón ya no quisieron que nadie que no fuera ya su amigo llevara gente a hacer esas experiencias allí. En consecuencia, los nuevos guías buscaron otro lugar. Pero no podía ser un lugar cualquiera (aunque las razones no fueran místicas). Tenía que ser un lugar desde donde también se vieran “luces” aunque se tratara de “otras luces”: y eligieron lo que hoy llaman “Puertas (o “Puerta”) del Cielo”.
¿Y porqué este sitio en particular?. Porque dice la gente que llevan ahí de noche a “hacer contacto” que pueden observar “en el cielo” las luces de Erks y de las “naves” que van y vienen. Lo que esos “guías” ocultan, es que las “luces” pertenecen a las localidades de Colonia Caroya y Deán Funes, y las “naves” a las luces de los automóviles que hacen la ruta entre ellas, como cualquiera puede comprobar regresando de día y observando, ya sea a ojo desnudo o con binoculares.
Para quienes aquí dirán que nosotros “no abrimos el corazón” o que “nos negamos a los hermanos mayores”, señalemos que se trata de la típica “picardía criolla” aprovechándose de la gente foránea, que de buena fe pero desconocedores de cómo moverse en el lugar y generalmente con tiempos acotados, hacen la excursión nocturna y les basta con ello. Por cierto; las luces no están “en el cielo”. De noche y desde la perspectiva de la loma no es posible distinguir donde finaliza el horizonte y comienza la bóveda celeste, todo es una sola oscuridad. Así que no se necesita mucho para creer que esas ”luces” flotan en el espacio, cuando en puridad están a ras del suelo. Esto es perfectamente sabido por (casi) todos los habitantes del pueblo, pero en clara quizás complicidad y solidaridad corporativa prefieren no mencionarlo a los visitantes; el invierno es largo y duro y en esas “ventanas” de oportunidades turísticas todos necesitan hacer unos pesos sin sabotearse mutuamente…
Es decir que se presenta una doble mentira: afirmar que el lugar para observar las “luces” es el que nunca fue, y luego decir que las luces de pueblos y caminos -insisto, desconocidos para el forastero- es en realidad lo que se busca. Y, por cierto, ¿cuántos turistas, que sólo cuentan con unos pocos días y muchos lugares por conocer, gastarán tiempo y dinero en regresar nuevamente con luz solar al sitio para compararlo con sus observaciones nocturnas?. Es en ocasiones fácil dejar que las ilusiones se hagan cargo del día…
Y una observación muy importante: gente bienintencionada dirá que “toda la región es un inmenso portal” (con lo que estoy de acuerdo), y que “cuando uno eleva su vibración no importa dónde se manifiesta Erks” (con lo que también estaría de acuerdo). Entonces, ¿porqué es necesario mentir al desprevenido diciéndole que desde ese sitio -Puerta del Cielo- y sólo desde ese sitio podrá observar las “luces de Erks” si, de acuerdo a lo señalado recién, daría lo mismo hacerlo desde el fondo de la casa de cualquier vecino o apenas en algún tranquilo recodo de uno de sus múltiples y encantadores caminos?
Sigan su búsqueda de Erks, una búsqueda lícita y estimulante, así lo hagan explorando escondidos rincones serranos o su propio interior. Pero reservémonos la capacidad de mirar con criterio a los mercachifles del supermercado espiritual y sus engañosos y bárrocos discursos.