Ya conocen el cuento. Es el de aquél pastorcito (llamado Pedrito en estas latitudes, seguramente con otros nombres en otros lares, como le cabe a toda parábola que se precie de tal) que, para gastar una broma a sus vecinos, anuncia con gritos destemplados la aparición de un lobo. La primera vez los aldeanos, espantados o solidarios, corrieron unos a refugiarse y otros a enfrentar al animal, encontrándose sólo con Pedrito despanzurrándose de la risa. El gracioso repite una, dos veces (supongo que con matices; me resisto a imaginar una caterva de gente tan cretina plausible de caer más de dos veces ante el mismo truco) su broma, tal vez cada vez con menor espectacularidad en los resultados. Hasta que un día sí aparece el lobo y Pedrito, desesperado, desanda corriendo el camino a la aldea, a los gritos anunciando la llegada del depredador. Nadie le creyó, claro. Y las ovejas de Pedrito pagaron las consecuencias.
Si repetí la metáfora (que es seguramente una de las más extendidas del globo) es para que mis lectores tengan frescas en sus mentes las imágenes a las que voy a asociar mi hipótesis: todo parecido con la realidad, doy por sentado, no es pura coincidencia.
En distintos números de AFR[1] hemos ido consolidando la teoría que no solo nuestro planeta se encuentra gobernado desde las sombras por un Poder Oculto (al que llamamos, genéricamente, “Los Illuminati” o “Los Iluminados” sino que ese Gobierno en las Sombras no solo se vale del poder político, militar y sobre todo financiero para sus fines, sino que cuenta con específicos recursos de otra naturaleza (“espirituales”, “psíquicos” o “astrales”, como ustedes prefieran) para la consecución de sus fines. O, invirtiendo los términos de la ecuación: es la posesión de esos recursos lo que consolida su poder político y financiero. Doy un paso más: esos recursos les son facilitados por inteligencias no humanas, a cambio de ser funcionales a los intereses de éstas.
No digo más. No, cuando menos, hasta que cesen las risas.
Es muy, muy difícil (si no imposible) fundamentar una hipótesis en el sólo contexto de un artículo. Como dijera Ernesto Sábato: “la Teoría de la Relatividad explicada en cinco minutos ya no es la Teoría de la Relatividad”. Especialmente cuando la hipótesis es tan ardua, compleja, multifacética, tangencial… Quizás, tendría que hacer un alto aquí, y recomendar al lector recién llegado que primero repase los trabajos ya citados antes de continuar en este punto.
Pero supongamos que ya lo ha hecho; la relación específica entre los Illuminati e inteligencias no humanas (extraterrestres o extradimensionales o atemporales) demanda de mi parte otro trabajo que no está lejano. Hoy, sólo quiero agregar un ladrillo a la pared: advertir cómo ciertos “entretenimientos” pueden estar ocultando otras cosas.
Las operaciones de contrainteligencia nunca han sido, son ni serán sencillas ni obvias. Supongo que debe ser uno de los pocos ámbitos donde no se cumple el principio de economía de la energía; precisamente porque su fin es confundir, despistar y desviar, deben aplicar tácticas basadas muchas veces en el conflicto con el sentido común. Moraleja: cuando frente a lo que llaman una “teoría conspiranoica” las personas que disfrutan llamándose racionales las execran por considerar que carecen de lógica y atentan contra el sentido común, pierden la perspectiva que precisamente eso es lo que buscaron que pensaran aquellos (servicios de inteligencia o poderes estratégicos. No confundamos “tácticas” con “estrategias”. “Estrategia” hace a la pregunta: “¿Qué es lo que busco?”. “Táctica” responde a la pregunta: “¿Cómo lo consigo?”).
De resultas de lo cual, a estas alturas tildarnos de “conspiranoicos”, como ya escribí en alguna oportunidad, deja de ser un insulto o una descalificación para terminar transformándose en el elogio a quienes logramos advertir las piezas que no encajan en el Sistema que diariamente nos tratan de vender. Un sistema que, como parte de su autónoma lucha por la supervivencia, apela a uno de sus órganos más poderosos (en términos de manipulación de las masas) para sus fines: la industria cinematográfica y los medios masivos de ¿comunicación?. (Primera gran tautología: un “medio de comunicación” supone un ida y vuelta de ideas. Si sólo somos espectadores pasivos, ya no es un medio de comunicación sino de manipulación, de condicionamiento, con todo lo de pavloviano que encierra este término). Y así, podemos plantearnos que ciertas producciones vinculadas a estas temáticas no están hechas sólo para entretener ,generar millones y, como piensan algunos ingenuos y bienintencionados, “preparar y concienciar” a la gente frente a “otra” realidad, sino todo lo contrario: descomprimir (a través de la exaltación de los sentidos) la curiosidad objetiva y la atención seria puestas en ciertos temas para que, al ser colectivamente tomados en calidad de comedia o ficción, resulten indigeribles para la masa como cuestiones dignas de ser tenidas en cuenta.
Y propongo dos ejemplos:
a) La película “Hombres de Negro”: Antes de ella, el tema de los MIBs si bien no era de conocimiento masivo para el público (recuerdo aún en ciertas conferencias antes del estreno de la cinta cuando los asistentes –salvo que estuvieran empapados en estas cuestiones- enarcaban las cejas con sorpresa e interés cuando uno planteaba el tema) tenía una entidad propia: generaba suspicacia, temor o escepticismo, pero todo ello en el marco de un debate racional. Después del estreno (y hago excepción, si me permiten el argentinismo, de quienes “son del palo”, es decir, aquellas personas con conocimiento previo y relativamente profundo de la cuestión), ¿quién se toma con seriedad el asunto?. Luego de verlo a Will Smith cubierto de moco del alienígena recién nacido, ¿quién puede proponer públicamente el caso (en un programa televisivo, una conferencia, una reunión de amigos) sin que los demás muestren una amplia sonrisa, digan “Ah, sí, yo vi la película” y no falte el idiota que grite aquello de “¡A mí me sienta el negro!” con lo que automáticamente y por asociación todo el verdadero “dossier MIB” quede descalificado?. La cinta no instaura el tema en la opinión pública; ni siquiera allanó el camino a los divulgadores ahorrándoles ante un público neófito largas y tediosas introducciones: por el contrario, la película boicoteó toda discusión popular del tema. Si las inteligencias que operan detrás de los MIBs desean evitar todo conocimiento cierto de la masa sobre sus actividades, esta película les fue sumamente funcional. ¿Coincidencia?. No creo en ellas.
b) THE MATRIX: más allá de la espectacularidad visual (otra vez: la exaltación de los sentidos). Matrix propone alegóricamente lo que planteamos en esta serie de artículos: que la “realidad” no es la Realidad, y que en esa Otra Realidad hay quienes nos explotan a través del Sistema (the matrix). Oh, sí, hasta aparecen nuestros “alter ego”: Neo, Orfeo y los demás. Muy interesante. Sólo que (otra vez) desde el estreno de la película ya me harté que cada vez que expongo mis tesis ante un público neófito, alguien exclame “muy Matrix para mi gusto”, o “¡Ah!, ¿algo así como en la película Matrix?”. Nuevamente: por la exageración metafórica y la exaltación de los sentidos, nuestras prolijas tesis “conspiranoicas” quedan ridiculizadas y, de paso, lo que las ridiculiza genera millones (o sea, fortalece el Sistema). Muy conveniente.
Incidentalmente, se me ocurre ahora que lo que hace al brazo financiero de los Illuminati tan poderoso es este hecho: que la consecución de un objetivo, además del objetivo en sí, también produce dividendos contables, a diferencia del brazo militar que alcanza objetivos primarios pero los mismos no producen en sí dividendos inmediatos (por favor; no incluyamos aquí los resultados económicos de la producción de armamentos o la explotación de los países sojuzgados –que son innegables- porque esos resultados no pertenecen al Poder Militar sino al Financiero al cual aquél se subordina). Insisto en esto: el Poder Militar necesita destruir –restar- para alcanzar sus propósitos. El Poder Financiero, cuando alcanza sus propósitos, ha generado divisas –suma-. Esa es la razón de la supremacía de éste sobre aquél, y se me ocurre que el Sistema comenzaría a debilitarse el día que el Poder Financiero, para obtener resultados que les sean imprescindibles, deba resignarse a soportar masivas pérdidas.
Pero no volvamos a irnos por las ramas. Lo que he querido consignar en estos dos ejemplos (“Matrix” y “Hombres de Negro”, y mejor no hablemos de “Día de la Independencia”: la sola inclusión del Área 51 en esta película de héroes impolutos con un Bill Putman tan insoportable como George W. Bush pero menos disléxico, le quita toda posible respetabilidad a la cuestión) es que Hollywood ha demostrado ser muy útil a los intereses de los Illuminati. Por cierto, ahora hasta este epíteto es gracioso después de haber visto a Angelina Jolie – Lara Croft vencerlos a puro colágeno, perdón, balazos…
Ciertamente, no creo que ni los directores, actores o guionistas de estos filmes hubieran sabido a lo que se estaban prestando. Para ellos era apenas un negocio. Claro que hay otras maneras de inficionar la producción: el origen de los capitales, por caso (y las sugerencias que siempre acompañan a los mismos, y sobre las que no se firma recibo). De estas –y otras- maneras es hasta posible obligar subrepticiamente a “alguien del palo” (¿recuerdan el argentinismo?) a terminar siendo involuntariamente útil exactamente a quienes en otro contexto tomaría no menos que como sus enemigos dialécticos. Y como muestra basta un botón…
Maussán y la ¿mercadería podrida?
La sonadísima aparición de objetos voladores no identificados en El Campeche (México) el 5 de marzo del 2004 y fotografiados por aviadores militares mexicanos ha sido reivindicado y vapuleado hasta el hartazgo y aún hoy, cuando no hay un consenso unívoco de interpretación del fenómeno –resulta no menos que curioso la multiplicidad de “explicaciones” escépticas, todas aparentemente tan fundamentadas y sensatas que uno tendería a sentir vacilar su hipotética credulidad si no fuera que recordáramos aquél viejo adagio que decía “no pueden coexistir dos verdades diferentes sobre un mismo hecho”, con lo cual seguimos tan en agua de borrajas como al principio. No es por tanto nuestro objetivo identificar el episodio, sino simplemente acercar algunos comentarios colaterales en la línea que venimos proponiendo en este trabajo.
Como es público y notorio, el hecho tuvo también su sonad repercusión gracias a los oficios de Jaime Maussán, periodista mexicano y apasionado divulgador del tema OVNI. Si bien existe la opinión entre muchos que para Jaime “todo lo que vuela es un OVNI”, si bien es también un hecho que en distintas ocasiones Jaime ha presentado de manera rimbombante hechos y personajes que casi parecían ponernos a las puertas de alguna revelación cósmica y más tarde, tras las oportunas conferencias a lo largo y a lo ancho de México, de ellos no vuelve a saberse nada (remember Jonathan Reed)[2], no puede negarse la importancia mediática en la divulgación del fenómeno que Jaime ha tenido por aquellas tierras. Es, de alguna manera, como nuestro vernáculo Fabio Zerpa (Fabio Pedro Allés, en puridad, ya que “Fabio Zerpa” es su pseudónimo artístico) un ex actor volcado más a la difusión que a la investigación. Denostado no sólo por escépticos sino también –y muy especialmente- por quienes adscriben a una ufología “seria”, yo me pregunto: respecto de quienes andamos promediando la década quinta de nuestra vida y menos, ¿quién no se inició con Fabio?. ¿Quién no leyó con fruición su revista “Cuarta Dimensión” o esperaba su nocturno programa por Radio Splendid de Buenos Aires?. Es inútil, guste o no, Fabio fue un pionero[3].
De la misma manera y en México, seguramente la Ovnilogía no necesitaba antes a Maussán pero, qué duda cabe, a su sombra –aunque ya sabemos que toda sombra excesiva crea humedad y hongos, alimenta parásitos e incuba enfermedades varias- han incubado un par de generaciones de ufólogos.
Así que, de pronto, algunos creyeron lógico que a él se diera el video filmado por los militares. En un sorpresivo ataque de transparencia mediática, las Fuerzas Armadas de ese hermoso país decidieron que el público ya estaba maduro, por lo visto, para conocer de frente y con semejante aval a estos fenómenos. Y Maussán –quien ciertamente no se ha negado a investigar seriamente el fenómeno- salió a difundir a diestra y siniestra esta “prueba irrefutable” de la presencia extraterrestre.
Sólo que ocurrió un pequeño detalle. Apenas pasadas unas horas, mientras “respetables científicos” explicaban el fenómeno como:
– centellas
– reentrada de algún vehículo espacial (terrestre, se entiende)
– refracciones de lejanos pozos petrolíferos
– inversiones de temperatura
– faros de automóviles reflejándose en aisladas capas de nubes
– meteoritos
– y un largo etcétera
los militares, por su parte, reaccionaron escandalizados. Que ellos nunca quisieron hablar de naves extraterrestres, que no avalaban las palabras de Maussán, que… Me pregunto, entonces: ¿porqué se lo dieron a él?. ¿Podemos aceptar que estos uniformados sean tan ingenuos de haber confiado en que Jaime haría las cosas “bien” –al darle un material “caliente” a un periodista, podemos discutir horas respecto a qué es hacer las cosas “bien”- sin tener previamente una verdadera “radiografía” del individuo?. O para plantearlo directamente: creo que se lo dieron a Maussán porque deseaban que hiciera precisamente lo que hizo: salir a divulgar la “primicia”sin investigar previamente y de manera exhaustiva el material.
Realmente, es necesario no ser periodista para argumentar que ante un notición en manos -¡y exclusivo!- se puede evitar fácilmente la tentación de su divulgación inmediata. El “chequear las fuentes” (axioma ineluctable de todo periodista serio) no fue obviado por Maussán: sus fuentes eran indudablemente confiables. Y seguramente esas fuentes no habrán comprometido su opinión respecto a la “naturaleza extraterrestre”: bastaba sólo algún comentario al paso, y un bien dispuesto como Jaime mordería sólo el anzuelo. Después de todo; si no se admitiera la “posibilidad alienígena” y, como salieron a decir después ls fuentes oficiosas, “nunca se descartó una explicación convencional”: ¿porqué le dieron precisamente a Maussán el video?. ¿Porqué no a los numerosos, bien dispuestos y eficientes astrónomos y científicos de diversas disciplinas con que cuentan instituciones oficiales y privadas mexicanas?.
Mi opinión (quizás falible, pero ocurre que ustedes están leyendo mi artículo y están condenados a considerarla) es que algún día tendremos de estas “luces” una simple explicación convencional, y lo que fuera una “movida” de Jaime para acrisolar el fenómeno OVNI terminará siendo, de rebote, una operación de contrainteligencia para desprestigiar a este fenómeno, usando a alguien mediáticamente expuesto pero muy permeable a considerar sin demasiadas exigencias metodológicas el material proveniente de observadores tan confiables (recuerden el axioma: “todo periodista serio chequea las fuentes”… “las fuentes”, sí, pero no necesariamente “los contenidos”). Esencialmente, Jaime compró “mercadería podrida”, como decimos en el oficio. Tal vez no por su naturaleza, pero sí por las intenciones de quienes la entregaron. Es decir: exponer, generar expectativas y después destruir. Ergo, por un lado los militares encuentran así justificado poder afirmar que “la próxima vez procederemos con más cautela” (lo que es casi institucionalizar el secreto), y por otro generar en la opinión pública un refuerzo de la incredulidad y el escepticismo. Lo mismo que hemos señalado a lo largo de este ya un poco extenso artículo.
[1] “Mutilaciones de ganado, el informe total”, ;y todo lo publicado sobre Illuminati”
[2] Seguramente, los defensores de Maussán argumentarán aquí –y no sin cierta dosis de razón- que Jaime no ha hecho más que “hacerse eco” de las afirmaciones de Reed, que de ninguna manera da fe que los hechos que aquél cuente sean verídicos. He tenido oportunidad de verlo a Jaime en el programa de Adal Ramones (“Otro Rollo”) y no estaría de acuerdo: Jaime aparece entusiásticamente convencido que la historia es real. Podría argumentarse que ha sido engañado en su buena fe; pero puede entonces señalarse que no merecería alguien cuya credibilidad es puesta en duda ser avalado en su gira arancelada por México por alguien con una trayectoria como Maussán.
[3] Lo que no quita que el autor haga reserva de derecho de discrepancia sobre ciertos detalles quizás no menores