El impacto emocional del OVNI

El impacto emocional del OVNI

A nadie  que le interese la casuística y bibliografía (hoy deberíamos sumar la enormidad de videos disponibles) sobre el fenómeno OVNI se le escapará el “impacto emocional” que genera en seguidores, detractores, entusiastas. Pocos temas afines al conocimiento generan tantas pasiones en tanta gente, aunque en este proceso debemos comenzar a distinguir el “fenómeno OVNI” del “enigma OVNI”, es decir, lo estrictamente fáctico de lo simbólico. Y es inevitable preguntarse por qué ocurre esto. Un “porqué” que no nos ayudará a entender más el fenómeno pero sí quizás a nosotros mismos, lo que nunca está de más.

El “enigma OVNI” lleva al Yo a hacerse preguntas sin advertir que la ansiedad de la “no respuesta” mueve el tembladeral de fuerzas sepultadas en la “Sombra”, y ese movimiento provoca una ruptura de los límites de la perspectiva lineal del individuo y reconfigura su sensación de “destino”, expansión que si en el camino no cae en el peligro de la “inflación del Ego” (manifestada en Mesianismos) se transforma en “significación cósmica”, proceso movilizado por las fuerzas provenientes de imágenes arquetípicas que –deberíamos acotar casi por “Principio de Correspondencia”- se activan por la “identidad” entre el Ovni “de dentro” (Arquetipo) y el Ovni “de fuera” (el objeto no identificado).

Lo importante –a mi criterio- de esta lectura no sólo está en comprender por qué nos moviliza, sino muy especialmente en que por un lado explica la razón por la que la fascinación por el tema OVNI suele ser sólo el inicio de un proceso que luego continúa de las más disímiles maneras: el sujeto se vuelca a las terapias holísticas, el esoterismo, la espiritualidad pero también a la investigación científica y el análisis crítico, ya que ese “disparador” inicia, como escribí, un “proceso”, pero la naturaleza del mismo nunca será igual en todos. Y lo segundo que emerge es que si actúa –repito el término- como “disparador” es factor de “evolución”, en el sentido lato de la expresión.

De ello deviene una tercera apreciación casi con carácter de conclusión: entonces, si efectivamente hay una o más inteligencias detrás del fenómeno, esa evolución no es “azarosa”: ha sido diseñada.

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