“Agrogramas”, “rutas de OVNIs” y Geometría Sagrada

“Agrogramas”, “rutas de OVNIs” y Geometría Sagrada

También en la docencia esotérica, las elecciones profesionales reflejan muchas expectativas, aspiraciones, sueños. En mi caso, debo admitir que trabajar esta disciplina me lleva, humildemente y casi en un susurro, a afirmar que, si fuera posible (¿y por qué no?) dedicaría en un futuro exclusivamente mis esfuerzos intelectuales al estudio —y obvia aplicación— de este Saber Ancestral. No es sencillo (aunque siempre ansiado) encontrar una Síntesis, una Piedra Filosofal del Conocimiento verdadero, una herramienta de multiuso intelectual y espiritual con la que continuar el camino; y no creo estar muy lejos de la verdad si sostengo que es precisamente la Geometría Sagrada, la gema del Grial, si no el Grial mismo.

Suena rimbombante, soberbio, casi solipsista, digamos. Pero no mentiroso. Pues de ello se trata: así como Einstein buscaba una ecuación Universal que explicara al Universo en su conjunto y en sus mínimas partes, la Geometría Sagrada enhebra en una continuidad armónica el Macro y el Microcosmos. En algún punto, casi por el medio, está el ser humano. Y es en su esfera vivencial donde podemos aplicar los descubrimientos de aquella.

Repasemos el concepto. La Geometría Sagrada puede comprenderse según en que dirección miremos: hacia lo infinitamente grande o hacia lo infinitamente pequeño. Pero podemos comprenderlo mejor si partimos de un punto intermedio, por ejemplo, nuestro propio entorno.

Partenon, Templo en Atenas, Grecia
Partenon, Templo en Atenas, Grecia

¿Dónde está allí la Geometría Sagrada? Ya he citado a lo largo de varios artículos algunos ejemplos. Valga volver sobre el particular: muchas iglesias católicas (como la de la Candelaria, en Punta del Este, Uruguay) tienen una desviación de la nave central —proyección del acceso hasta el altar— respecto del Norte magnético, tanto como 52º. El mismo ángulo que la Gran Pirámide. Y que la abertura de la Pata de la Oca, símbolo esotérico de raigambre. Aún más, ciertos ritos masónicos sostienen que ese, y no otro, debe ser el ángulo que separe las patas del compás emblemático. Pero ese “52” también aparece como Número Sagrado entre los Toltecas del México prehispánbico. O los ciclos de 52 días en que debe dividirse, según la enseñanza Rosacruz, el año biológico para que nuestras acciones estén armónicas con el latir del Universo. O los pentáculos que se descubren sobre tantas geografías al unir en un mapa centros espirituales o devocionales. O la correspondencia entre la disposición de las tres pirámides de Gizeh y el cinturón de Orión. O entre las catedrales góticas francesas y la constelación de Virgo.

Tanto en el Partenón como en Notre Dame, el “número áureo“ pitagórico es omnipresente
Tanto en el Partenón como en Notre Dame, el “número áureo“ pitagórico es omnipresente

La Geometría Sagrada está presente en el octógono de las iglesias templarias, en el misterio de las catedrales (Fulcanelli dixit), en las “divinas proporciones” (o “número áureo”) de Notre Dame de París y el Partenón, en la disposición y distancia de los centros ceremoniales del Ánahuac mexicano que reproducen en un todo la disposición y distancia de los planetas del Sistema Solar entre sí, en tiempos en que oficialmente en Europa sólo se conocía el mismo hasta Saturno. En el trazado de las calles de tantas ciudades (Washington en Estados Unidos y La Plata en Argentina). En las relaciones de planta entre el Vaticano y (otra vez) Gizeh. En las “líneas Ley” extendidas sobre toda Inglaterra y Francia. En los laberintos de Cnossos. En las espirales astronómicas y la “iglesia retorcida” de Saint Outrille. En la “estrella de David” (en realidad, el “sello de Salomón”) del rosetón principal de acceso a la catedral —obviamente católica— de la ciudad de Formosa, Argentina. Los ejemplos son innumerables y su sola mención agotaría.

La Geometría Sagrada une lo humano con lo cósmico; las proporciones de la Gran Pirámide proyectadas desde el Ecuador hacia un Polo, culmina en el centro de la Luna centrada en la cara superior de la cuadratura del círculo terrestre. ¿Casualidad?. No. Causalidad.

Mencioné de paso las “líneas Ley”, llamadas así por vincular poblaciones o sitios antiguos cuyos nombres finalizan en la sílaba “Ley” o “Leigh”. Pero no puedo dejar de señalar la importancia del aporte de la Geometría Sagrada en este punto, toda vez que la “geometrización de la superficie terrestre”, de acuerdo a determinados y puntillosos criterios, permite establecer —otra vez— figuras geométricas como pentáculos, o indicar puntos coincidentes con anomalías magnéticas o de características energéticas particularmente significativas para la vida humana (como la red de Bruce Cathie, las líneas Hartmann, etc). De hecho, me pregunto cuántos geobiólogos, radiestesistas o especialistas en Feng Shui se han abocado a estudiar, siquiera por curiosidad, la Geometría Sagrada; de hacerlo —como yo lo he hecho— encontrarían allí no solamente argumentos y evidencias de peso, sino criterios muy útiles para optimizar la vida cotidiana de sus consultantes. Cathie, sin incursionar (que sepamos) en aspectos tan sutiles, señalaba ya en los tardíos ’60 que las “líneas de fuerza” geométricamente señaladas por él sobre el globo terrestre explicaban la naturaleza de la propulsión —o el comportamiento— de los OVNI. No fue nunca tomado en serio por ovnílogos que ni siquiera tuvieron la humildad intelectual —o la metodología científica— de investigar antes de opinar. Y que —sugestiva señal de poca perspicacia— nunca se plantearon esta hipótesis que aquí esbozo (y dejaré para otra oportunidad ampliar): si es correcta la teoría del Campo Unificado einsteniano y la Gravedad, entonces, no es una “fuerza” en sentido electromagnético sino la deformación espacio-temporal en un punto dado y, en consecuencia, esta inevitable e indetenible fuerza que nos atrae hacia el centro de la Tierra (en nuestro caso) es “sólo” una manifestación geométrica del espacio-tiempo, ¿entonces no es obvio que cualquier otra línea de energía geométrica —sobre este planeta o cualquiera en el espacio, etc.— tendrá una fuerza tan aprovechable (si sabemos dirigirla) como la propia gravedad? Que es como decir, ¿y si la naturaleza de los OVNIs o, cuando menos, sus sistemas de traslación, fueran revisados con criterios de Geometría Sagrada?

En este conjunto de patrones comunes, que todo pase por unos pocos polígonos y poliedros no es casual, pues es fácil comprobar que esas mismas figuras y formas se repiten a escala cósmica. Los mismos patrones organizan y ordenan al Universo. Esto es —si para ustedes semejante “aval” es importante— una verdad científica, toda vez que el descubrimiento de los fractales constata para el paradigma tecnológico contemporáneo la validez milenaria de la voz de Toth hablándonos desde el más remoto pasado (“Es verdad, es cierto y muy verdadero, que lo que es arriba es como lo que es abajo y lo que es abajo es como lo que es arriba para hacer el milagro de Una Sola Gran Cosa bajo el Sol”). En consecuencia, la repetición de esos patrones geométricos en el legado de tantos pueblos antiguos y tantos grupos de conocimiento esotérico de hoy no habla solamente de la Sabiduría de comprender que el Todo es Geometría Pura. Habla también de otra cosa.

Relaciones geométricas de la Gran Pirámide con planetas
Relaciones geométricas de la Gran Pirámide con planetas

Y aquí entra a tallar lo Microcósmico. Pues si el Orden Universal, la Armonía Cósmica1 responde a patrones geométricos, la armonía personal (en nuestra vida de interrelaciones sociales, en nuestros afectos, en nuestro trabajo, nuestra salud física y psíquica y, claro, nuestra espiritualidad) también dependerá de que exista —o no— orden, organización, relaciones proporcionales. Y esta Organización ha de ser una expresión “fractal” de aquella que ordena al Universo.

Enfoquémonos en este punto. Si admitimos que podemos “corresponder” (asociar con fundamento) los eventos de nuestra vida con formas y figuras geométricas, a fin de cuentas éstos no resultarán más que proyecciones fractales inmensamente microcósmicas de aquellas que —en la otra dirección— se perciben en el Cosmos. Por definición, los problemas, los conflictos, los obstáculos todos, más allá de su manifestación aparente (o “percipiente” en nuestra vida cotidiana) serán la expresión del desorden y desorganización cada vez más alejada del patrón geométrico original.

Rareza geométrica, no casual, en la iglesia de Saint Outrille
Rareza geométrica, no casual, en la iglesia de Saint Outrille

Pues bien, como ya se ha señalado, se cumple a rajatabla el Principio de Correspondencia2, y por carácter transitivo, será la aplicación conciente del Principio del Mentalismo lo que nos permitirá vivir en resonancia con una Serialidad positiva de eventos en nuestras vidas. Trabajaremos pues, representando —que es hacer real lo ideal— polígonos y poliedros en función de ciertas aplicaciones en situaciones cotidianas3.

Se comprenderá entonces que, así, la Geometría Sagrada se transforma —dicho está— en una Síntesis genial de la Realidad. Y abre, lógicamente, vías de especulación e investigación fascinantes. Por ejemplo, ante el misterio de los “agrogramas”4. No solamente tienen sentido e interpretación bajo la luz de los preceptos de la Geometría Sagrada. Está en el albedrío de cada uno el comprender que se trata de un “metalenguaje” de orden superior.

Finalmente —last but not least, como solía escribir el genial Antonio Ribera— es necesario dar a la Geometría Sagrada su justo lugar en nuestra vida. Su “sacralidad” es más un referente a su presencia en la cultura que a una naturaleza divina; no debemos deificarla ni creer que a través de ella seremos, como self made men, apoteósicamente disparados a la meta del camino espiritual. Es, lo escribí ya, una herramienta, pero eso sí, formidable. A fin de cuentas, Dios/Diosa, Él/Ella es el/la Gran Arquitecto/a del Universo y debe ser, necesariamente, un/a formidable Geómetra.


  1. Como ya he escrito en alguna ocasión, prefiero hablar de “Armonía” y no “Equilibrio”, pues este puede ser de dos clases: estable e inestable. El inestable —un cuchillo sobre su filo— requiere de fuerzas de tensión para lograrse y se pierde a la menor contingencia. El estable —un cubo apoyado sobre una de sus caras— no, pero al mismo tiempo cuenta con una brutal inercia que le impide todo cambio, toda “evolución a otra situación”. Al igual que en el espíritu humano, un “equilibrio” interior puede ser inestable (exigir grandes tensiones para lograrse, y al mismo tiempo y por ende extremadamente imprevisible y momentáneo) o estable (pero fosilizado, anquilosado, entonces el individuo no evoluciona). Algo similar a la expresión “paz interior”: la “paz” es la de los cementerios. Por eso remitimos a la expresión “Armonía”.
  2. Principios Fundamentales del Universo, ver “Al Filo de la Realidad” números 2 a 17.
  3. A título meramente informativo, diremos que trabajamos en Geometría Sagrada con doce figuras y formas, doce “mudras” y doce “posturas”.
  4. También conocidos como “agroglifos”, “círculos en las cosechas”, “crop circles”, etc.

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